«El Centinela de la Patria».
Hoy honramos a un baluarte de la independencia argentina, al General Don Martín Miguel de Güemes, cuyo nombre resuena con la fuerza de los vientos salteños y el coraje inquebrantable de un pueblo. Cada 17 de junio, la memoria se enciende para recordar al caudillo gaucho que, con astucia y un amor profundo por su tierra, forjó la defensa de nuestra independencia. No fue un héroe de batallas grandilocuentes en campos abiertos, sino un estratega ingenioso que, apoyado en la lealtad de sus gauchos, tejió una red de resistencia inexpugnable, desgastando al enemigo, y protegiendo las fronteras de una Nación naciente. Su figura emerge del polvo de la historia, no como un frío monumento, sino como el espíritu vivo de la libertad y la dignidad.
Güemes fue más que un militar; fue un visionario que comprendió la esencia de su gente. Vio en cada gaucho, en cada mujer y niño de su provincia, la chispa de la rebeldía y el anhelo de un futuro libre. Organizó a los «Infernales», hombres y mujeres de a caballo, conocedores de cada sendero y cada monte, que con su valor y sacrificio se convirtieron en el escudo invencible del norte. Su liderazgo no se basó en la imposición, sino en la convicción y el respeto mutuo. Güemes caminó junto a su pueblo, compartió sus penurias y sus esperanzas, y esa conexión profunda fue la verdadera fortaleza de su resistencia.

El sacrificio de Güemes fue el eco de su compromiso inquebrantable. Herido fatalmente, eligió no doblegarse ante el invasor, sino continuar la lucha desde su lecho de dolor, dictando sus últimas órdenes para asegurar la victoria. Su muerte no fue el fin de su causa, sino la semilla que germinó en la plena conciencia de la libertad que tanto anhelaba. En cada cerro, en cada quebrada de Salta, su espíritu perdura, recordándonos el valor de la perseverancia y la fe en un ideal superior. Su sacrificio no fue en vano; fue el precio pagado por la soberanía que hoy disfrutamos.
La historia, a veces injusta, tardó en reconocer la magnitud de su gesta. Pero el tiempo, implacable juez, ha puesto a Güemes en el sitial que le corresponde: el de héroe nacional, padre de nuestra independencia y guardián de nuestra identidad. Su legado trasciende las fronteras de Salta para abrazar a toda la Argentina, inspirando a generaciones a defender con pasión los principios de justicia y libertad. Hoy, su figura se alza majestuosa, no solo en monumentos de piedra, sino en el corazón de cada argentino que valora la valentía y el amor por la patria.
Así, en este día tan significativo, elevamos nuestra mirada al cielo salteño y recordamos al General Güemes con profunda gratitud y emoción. Su vida fue un faro en la oscuridad, su lucha un himno a la libertad y su sacrificio un testamento de amor incondicional a la Argentina. Que su ejemplo nos impulse a ser custodios incansables de nuestra soberanía, a defender nuestros valores y a construir una nación digna de su legado. ¡Honor y gloria al General Don Martín Miguel de Güemes, eterno centinela de nuestra patria!
Para la Redacción de lasemana.news:
Prof. Dr. Agustín Morales Paz.
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