Supersticiones, doctrinas conservadoras, herencias medievales contrarias al avance del progreso humano, hicieron que «la caza de Brujas» sea común en los siglos XV al XVII.
Los juicios a «la brujas» de Salem ocurrieron a finales del siglo XVII, y son el ejemplo de «caza de brujas» más conocido del mundo, pero pocos saben que los juicios de Pendle (en la Gran Bretaña), fueron igualmente de terribles y devastadores. Estos, supuestos juicios sacrosantos, se celebraron varias décadas antes que los de Salem y, de hecho, los fiscales puritanos de esta localidad norteamericana, se basaron en ellos para llevar a cabo sus propios procedimientos. Una de las cosas más extrañas e inquietantes que decidieron adoptar fueron los testimonios de los niños.
El juicio de «las brujas de Pendle», de 1612 se basó única y exclusivamente en las pruebas oculares de una niña de tan solo 9 años, que testificó contra toda su familia, condenándola a muerte.
En aquel entonces, en Inglaterra reinaba Jacobo Primero, quién ahondó al pueblo en la paranoia y la superstición. El reinado inglés, ya se había separado de la Roma Católica, para convertirse en un reino Protestante, por lo que en algunos rincones se aferraba a las viejas (y nuevas) costumbres de «complacer y ser rectos» a los ojos de su Dios.

En el norte inglés, el Condado de Lancashire, era visto como un lugar cuyos habitantes rechazaban las costumbres «modernas», lo que solía traer problemas, y también fue el escenario del juicio de brujas más famoso del país. El distrito de Pendle ha estado vinculado a la brujería durante décadas.
Una joven llamada Jennet Device, vivía en Pendle con su familia, concretamente en la casa de su abuela, Elizabeth Southerns, quien también era conocida como Demdike. Vivían en una vieja torre derruida, a la que los pueblerinos denominaban la «Torre Malkin», despectivamente podría traducirse como: «la Torre de las prostitutas, o mujeres descuidadas». De más está decir que, la reputación de esta familia no era del todo buena. Demdike, y su familia, lograban sobrevivir, gracias a las limosnas y los dudosos favores que les hacían a los vecinos. Sin embargo, había otros servicios que Demdike podía ofrecer.

La «vieja Demdike», como la conocían los vecinos, solía tener algunos conocimientos, en lo que hoy se conoce como «curanderismo», sanaba algunas dolencias y realizaba prácticas que, los «médicos» de la época. no podrían por su objeción moral. Esta mujer, era vista como una persona que, más o menos recurría a las mismas artimañas que las brujas, pero para hacer el bien. Utilizaban sus habilidades para curar a las personas o romper maldiciones. Obviamente, la vieja Demdike, cobraba muy bien por sus servicios de sanación.
El hecho de que la vieja Demdike viviese con su hija Elizabeth y sus nietos Alizon, James y Jennet también le hacía un flaco favor, ya que la falta de un hombre adulto en casa podía verse como un signo de brujería. El marido de Elizabeth había muerto hacía años, dejándola sola al cargo de los niños. Lo cierto es que, Elizabeth tuvo dos hijos con su difunto marido, pero la última, Jennet, era ilegítima. Teniendo en cuenta el contexto de la época, es posible que Jennet creciese sintiéndose inferior a sus hermanos y avergonzada de ser vista como una bastarda. Mientras que, la hermana de Jennet, Alizon, también sufría a causa de la mala reputación de la familia. Muchos vecinos la trataban mal por la calle, acusándola de ser pagana o una hechicera.
Lo cierto es que, un 8 de marzo de 1612, Alizon se encontró con un vendedor ambulante, y le pidió que le diese unas monedas. Él no le hizo caso y siguió andando. Alizon le maldijo por lo bajo y, para su sorpresa, vio cómo el hombre se desplomaba, incapaz de hablar o moverse. Teniendo en cuenta los síntomas del vendedor, lo más probable es que le hubiese dado un ictus. No obstante, Alizon pensó que su maldición había sido la causante y le suplicó que le perdonase. Por desgracia, el hijo del vendedor denunció lo sucedido al juez Roger Nowell.
Inmediatamente, Nowell inició «el proceso», entrevistó a Alizon y la joven confesó que había embrujado y casi matado al vendedor. Durante su confesión, también acusó de brujería a dos vecinas, una madre y una hija con el apellido Chattox. Nowell entrevistó a ambas y estas no tardaron en acusar de vuelta a toda la familia Demdike. Nowell decidió llevar a cabo una caza de brujas en Pendle para librar al distrito del mal. Durante el mes siguiente, arrestó a Alizon, Demdike y las Chattox. Más tarde se hizo con Elizabeth, su hijo y otras muchas personas tras descubrir que habían robado una oveja y se habían reunido en la torre Malkin el Viernes Santo, cuando se suponía que todos los ciudadanos creyentes tenían que estar en las celebraciones de ese día cristiano.
Unas 20 personas, incluida toda la familia de la joven Jennet Device, fueron encerradas en el castillo de Lancaster a la espera de ser juzgadas (obviamente, «el juicio», solo era una charada). El edificio, de hecho, fue una prisión hasta 2011. La sección en la que todos estos habitantes de Pendle fueron encarcelados se conoce como la torre de las brujas.

El 18 de agosto de 1612, los juicios de las brujas de Pendle dieron comienzo. Alizon Device, con quien empezó todo, seguía creyendo que había utilizado algún tipo de magia oscura para maldecir al vendedor, por lo que no intentó defenderse. Dijo que su abuela habría sido capaz de ayudarlo, pero la vieja Demdike murió en prisión antes de que comenzasen los juicios. La madre de Alizon, Elizabeth, fue la siguiente en ser juzgada. Al contrario que su hija, defendió a capa y espada su inocencia. No obstante, fue su otra hija, Jennet, la que testificó en su contra. Jennet lloró mientras su madre le pedía a gritos que defendiese su inocencia. Las autoridades se llevaron a Elizabeth, momento en el que se dice que Jennet dejó de llorar, se subió a una mesa y acusó a su madre y a toda su familia de brujería. Asimismo, afirmó que el encuentro que tuvo lugar el Viernes Santo había sido una reunión de brujas. Jennet dio extraños detalles para reforzar su testimonio, llegando a decir que había visto cómo el espíritu de su madre poseía a un perro y lo obligaba a matar a un hombre. También acusó a su hermano de brujería y aseguró que había visto cómo su espíritu mataba a tres personas.
Se dice que Jennet testificó con una serenidad escalofriante. Los historiadores modernos creen que el juez pudo haberse aprovechado del rechazo de Jennet hacia su familia para manipularla y presionarla, haciendo que la niña realizase las acusaciones para salvarse a sí misma. Las autoridades llevaron a varias personas ante Jennet para que señalase a las que, según ella, habían estado presentes en la reunión del Viernes Santo. Al final, 10 fueron condenadas a morir ahorcadas por haber causado daños o la muerte mediante brujería. Entre los acusados estaban todos los familiares de Jennet.

Finalmente, no sabe del todo qué fue de Jennet Device después de aquello. Es probable que ninguno de sus vecinos quisiera hacerse cargo de una niña que había condenado a muerte a toda su familia.
En 1633, 22 años después de los juicios de las brujas de Pendle, un joven llamado Edmund Robinson le dijo a sus padres que había estado recogiendo bayas cuando vio cómo un perro se transformaba en una bruja. Según él, esta luego se reunió en un granero con otras mujeres con las que empezó a lanzar hechizos. El padre del niño se lo llevó de pueblo en pueblo pidiéndole que identificase a las brujas que había visto aquella noche. Cuando acabó, 20 personas habían sido encarceladas por brujería. Quiso el destino que una de ellas fuese nada más y nada menos que Jennet Device.

De pequeña, Jennet había conseguido esquivar la soga testificando contra su familia. Sin embargo, esta vez ella era una de las acusadas y estaba a merced del testimonio de un niño. La historia de Robinson condenó a 17 personas. Pero los tiempos habían cambiado, por lo que las «brujas» no eran condenadas a muerte inmediatamente. El caso fue llevado a Londres para que se estudiase en profundidad. Jennet Device permaneció encerrada en el castillo de Lancaster, donde su propia familia había aguardado la muerte años atrás.
Lo cierto es que, el niño fue sometido a un nuevo interrogatorio de mano de varios investigadores de Londres y, al final, la presión pudo con él. Admitió que no había visto ninguna bruja y que se había inventado la historia. También reveló que su padre había aprovechado la situación para chantajear a las supuestas brujas, pidiéndole que las acusase si estas se negaban a pagar el soborno.
Gracias a esta nueva investigación, Jennet Device y las otras prisioneras fueron liberadas. Una vez más, volvía a burlar a la muerte y a salir ilesa, aunque muchas otras mujeres que la sucedieron no corrieron la misma suerte.
Como consecuencia, los juicios de Salem (Massachusetts, todavía colonia británica) comenzaron en 1692 y muchas de las supuestas pruebas las aportaron niños. El testimonio de 1612 sirvió de ejemplo para los fiscales de que los niños podían ser testigos valiosos. Resulta escalofriante pensar en todas las personas, sobre todo mujeres, que fueron condenadas a muerte en base a testimonios inventados o manipulados.
Fuente: Chronicle – Medieval History Documentaries
Las brujas de Pendle, un famoso juicio por brujería en Lancashire (historic-uk.com)
Las brujas de Pendle – The History Press
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