¡José Luis Cabezas! Siempre estará presente.

28° aniversario de su asesinato, a sangre fría, ordenado por Alfredo Yabrán y ejecutado por el subcomisario, Gustavo Prellezo, una escoria más, de la “Maldita Policía” bonaerense.

Hoy, 25 de enero de 2025, se cumple el 28° aniversario del asesinato de José Luis Cabezas, ejecutado en plena democracia, en la localidad de Pinamar, balneario de la costa atlántica, de la República Argentina, en enero de 1997.

Una de las últimas, y más tristes anécdotas que se conocieron en los últimos días, es la que contó, a P|12, Gladys Cabezas, hermana de José Luis, en dónde, uno de los sobrinos del fotógrafo tuvo un inesperado e incómodo encuentro con Horacio Braga, uno de los asesinos, quien le dijo, en una charla casual, y sin saber era sobrino de Cabezas, y de la manera más fría e insensible, con total falta de empatía, como la tienen solamente aquellos que han cruzado la fina línea entre lo humano y lo salvaje: (sic) «-Yo estuve detenido, yo fui uno de los que maté a Cabezas».

Según contó Gladys, hermana de Cabezas, el episodio ocurrió hace un par de semanas, cuando su hijo, sobrino del fotógrafo, fue a un recital en localidad de Baradero (PBA), y quiso comprar un choripán en un puesto del lugar.

Hace 15, o 20 días, mi hijo del medio fue a un recital en Baradero. Estaba por comprar un choripán y lo atiende un señor«, relató Gladys. “Luego de intercambiar opiniones sobre el recital”, continúa el relato la hermana de Cabezas, «el tipo le cuenta que tiene esa parrilla de choripanes en toda la provincia de Buenos Aires y que estuvo detenido”.

Siguiendo con la charla casual, el joven le pregunta sobre los motivos de su paso por la cárcel, a lo que el asesino Braga responde, sin saber con quién estaba hablando: «-Yo fui uno de los que mató a Cabezas». En ese momento, relató Gladys, el sobrino del fotógrafo apenas atinó a decirle: «-¡Jodeme, era mi tío!», a lo que Braga respondió: «- ¡Uh! loco, qué se yo…».

En el relato de Gladys, cuenta que su hijo se quedó perplejo y se fue al recital, pero al final no pudo disfrutar porque pensó en que ese tipo fue el que mató a su tío, el que cagó a su familia.

“Cuando termina el recital, mi hijo se vuelve, lo empieza a filmar, y ahí ese tipo le dice: ‘¡Bueno, yo te lo dije y no me dijiste nada!!! Y ahora me venís a filmar… ¿Qué te pasa?’. ¡Una impunidad!”, lamentó Gladys.

«Es increíble. Ese Braga es el que, cuando estuvo borracho, contó que habían matado a Cabezas y por eso lo agarraron«, recordó Gladys.

Impactada por el desafortunado encuentro que debió atravesar su hijo, Gladys volvió a reflexionar, y reclamar, por la “suave” condena que recibieron los asesinos de José Luis, “Cuando una persona mata a otra, debe tener una condena ejemplar. La verdad que ninguno de los que asesinó a mi hermano tuvieron condenas ejemplares, de hecho, se jactan de haber matado a José Luis Cabezas”, planteó. Y cerró: «Vos te enterás de estas cosas y decís, no pueden ser tan hijos de puta. Los jueces no pueden ser tan hijos de puta».

El crimen de Cabezas, en síntesis.

José Luis Cabezas, se desempeñaba como reportero gráfico en Editorial Perfil, y murió en manos de una asociación ilícita, comandada por el ex “empresario postal” Alfredo Yabrán.

Cabezas, en el verano de 1996, había logrado la foto imposible (y, sin saberlo, firmó su sentencia de muerte), la imagen del empresario, Yabrán, en traje de baño caminando por la arena, lo que ilustró la tapa de la “Revista Noticias”. Si bien, Yabrán no era tan conocido, si tenía un fuerte vínculo de «negocios» cercanos al entonces presidente, Carlos Menem, y al gobernador bonaerense Eduardo Duhalde, su rostro era un misterio. «Sacarme una foto a mí es como pegarme un tiro en la frente. Ni los servicios de inteligencia tienen una foto mía», era la frase atribuida por esos años a Yabrán.

En la madrugada del 25 de enero de 1997, José Luis Cabezas, fue hallado muerto dentro de un auto incendiado en la ciudad de Pinamar. Tenía las manos esposadas, y dos balazos en la cabeza, específicamente en la nuca.

El primer juicio por el asesinato tuvo lugar en enero de 2000, en los tribunales de Dolores y, como resultado se dictaron las condenas a “prisión perpetua” del subcomisario bonaerense Gustavo Prellezo, del custodio de Yabrán, el ex sargento del Ejército Argentino Gustavo Ríos, de los policías Aníbal Luna y Sergio Camaratta, y de los integrantes de la banda de delincuentes, conocida en las afueras de la ciudad de La Plata (PBA), «Los Horneros»: Horacio Anselmo Braga, Sergio Gustavo González, Miguel Retana y José Luis Auge.

Pero, en septiembre de 2003, el Tribunal de Casación de la provincia de Buenos Aires redujo las penas impuestas tras implementar la denominada la ley del «2×1», vigente por entonces, que computaba por dos cada año de prisión previo a la sentencia y así podía reducir a la mitad la duración de las condenas. De esta manera, la banda de «Los Horneros», con excepción de Retana que murió en la cárcel, fue beneficiada con reducciones de penas.

En 2007, Braga y Auge volvieron a ser detenidos por orden de la Justicia tras violar la prisión domiciliaria, aunque, tiempo después, fueron nuevamente excarcelados.

En un segundo juicio por el caso que fue realizado en 2002, el comisario de Pinamar Alberto «La Liebre» Gómez fue condenado a “reclusión perpetua” como responsable de haber liberado la zona en la que tuvo lugar el crimen del reportero gráfico.

Hoy, enero de 2025, todos los culpables del asesinato están en libertad, a excepción de Retana, quien murió de HIV dentro del penal; inclusive, el asesino, Gustavo Prellezo, gracias al sistema penitenciario argentino, se recibió de Escribano y Abogado, quiso obtener la matrícula profesional en Quilmes (PBA), dónde se la denegaron por medio del Tribunal de Ética colegiado, hasta que purgue su condena, una vez cumplido los 25 años de la muerte de José Luis Cabezas, aunque muchas versiones sostienen que Prellezos, el policía y asesino, ya ejercía la profesión con total impunidad.

Alfredo Yabrán, el autor intelectual, el supuesto “empresario postal”, el hombre más poderoso del final del gobierno del presidente Carlos Menem, se dice que se suicidó, en una de sus tantas estancias (esta queda en el interior de la provincia de Entre Ríos), con una escopeta calibre .12,70, apoyada en su boca, desfigurándose completamente su rostro; aunque otras versiones sostienen que “pusieron un muñeco de Yabrán”, adulteraron las certificaciones policiales y de defunción, y hoy vive holgada y tranquilamente en el exterior, cerca del caribe.

Pero lo tristemente cierto, es que, la única persona que cumplió completamente su condena, fue la Sra. Norma Marotti, madre de José Luis, quien murió de dolor en 2017.

Fuente: P|12. Clarín. Revista Noticias.
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